El valor muchas veces no es más que el efecto de un grandísimo miedo.

Publicado en por kaaba.over-blog.es

Calella sábado 05 de mayo.

El valor muchas veces no es más que el efecto de un grandísimo miedo.

 

A

bba Schneider estaba anotando el resultado de sus mediciones con un pequeño aparato127.jpg semejante a un fotómetro, estaba nerviosa no acababa de comprender la mejor manera de manejar el instrumento que estaba usando y el hecho de que esa casa no fuera la suya no le ayudaba en absoluto cuando escucho que la puerta del ascensor se abría los nervios se convirtieron en pánico de las cuatro puertas que había en el rellano de la décima planta seguro que la del piso que ahora ocupaba era la que se iba a abrir.

 

 Por el murmullo calculo que como mínimo eran tres o cuatro, las personas que estaban apunto de entrar. Sabía que no podría enfrentarse a todos así que decidió esconderse. Estaba muerta de miedo, sus jefes sabían que no estaba preparada para este trabajo pero era de vital importancia confirmar inmediatamente que la información que habían recibido era autentica y ella era el agente más cercano.

 

La puerta se abrió. Pilar y Pípi entraron primero con bolsas del supermercado, Cesar y Joan entraron a continuación observando  el apartamento. Tras pasar la puerta a la derecha un tabique de siete u ocho metros de largo dividía el apartamento vecino. A la izquierda una pared de dos metros servia de soporte a una estantería de obra, tras pasarla se abría una sala de estar con cocina americana, una puerta inmediatamente a la izquierda daba acceso a una pequeña habitación al fondo a la derecha otra puerta salía a la terraza.

Francisco y Sergi entraron con el resto de la compra y con Sara que había aceptado la invitación de subir para hacer tiempo hasta la hora de su cita. Todos se dirigieron a la zona de la cocina para guardar la comida.

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Abba sabia que era cuestión de tiempo que la descubrieran, así que decidió que debía salir como fuera del apartamento, abrió su bolso y saco un pequeño cilindro metálico, rezo para que no la viesen salir. Abrió la puerta de la habitación dónde estaba escondida, nadie le vio salir todos estaban de espaldas, se dirigió a la salida. Su intención era salir sin más, pero descubrió que era prácticamente imposible abrir la puerta sin hacer ruido. Era su vida o la de ellos así que rompió el precinto del cilindro y lo tiro rápidamente al suelo mientras salía del apartamento cerrando de un portazo.

 

El efecto del gas que salía del cilindro fue inmediato Cesar y Sergi solo tuvieron tiempo de girarse e intentar acercarse a la puerta cuando les alcanzo el gas. El aire desapareció al instante de sus pulmones, intentaron respirar, pero todo su cuerpo estaba bloqueado cayeron pesadamente al suelo como fardos, el resto, Francisco, Pípi, Pípi y Sara corrieron la misma suerte.

 Joan un segundo antes estaba abriendo la puerta de la terraza. Analizando el grado de seguridad que ofrecía el edificio.

La corriente de aire que se produjo cuando Abba abrió y cerró la puerta para escapar, entro golpeándole el rostro y le evito sufrir los efectos del gas en toda su intensidad. Sintió como si un boxeador le golpeara el pecho las piernas le fallaron, cayendo en la entrada de la terraza, En los dos escasos segundos que tardo en reaccionar dedujo que les habían atacado con gas cogió todo el aire limpio que pudo y entro reptando con los ojos cerrados

 

No sabía que tipo de gas podía ser. Aunque hubiera entrado con los ojos abiertos el intenso lagrimeo que producía el gas le abría impedido ver nada. No es que la nube que ocupaba la sala se expandiera en menor medida por el suelo estaba aturdido y no estaba seguro de poder mantener el equilibrio, si andaba de pie corría el riesgo de caerse y golpearse pudiendo perder el limitado aire que almacenaba en sus pulmones.

 

Avanzo rápidamente entre los cuerpos caídos palpando el suelo encontró el cilindro que seguía soltando gas. Pensó en dirigirse a la terraza y tirarlo por el balcón, eso pondría a más personas en peligro así que desecho la idea. El ruido de un pequeño motor que acababa de ponerse en marcha le dio una solución temporal se dirigió a su izquierda dónde estaba la fuente del sonido aparto dos cuerpos que entorpecían su marcha palpo la pared y descubrió lo que estaba buscando. Abrió la nevera e introdujo el artefacto dentro. Abrió los ojos y no vio nada era como mirar una pantalla blanca con un punto brillante en el centro, intento calmarse y pensó en sus compañeros. La verdad: le habían durado bien poco.

Joan arrastró a todos, de uno a uno hasta la terraza, estaba más que atontado. No tenia ni idea de los cuerpos que había salvado únicamente se había limitado a entrar encontrar a alguien y sacarlo repitiendo la acción una y otra vez como un autómata. Se disponía a entrar otra vez cuando sintió que la cabeza se le iba. Estaba agotado y los músculos ya no le respondían. La mente de Joan se nubló y cayó al suelo desmayado.

 

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